Buenos Vampiros en Rebel Punk 2025: El espíritu punk afiló sus colmillos en la sala Clamores de Madrid

El pasado sábado 26 de abril, Clamores se vistió de rebeldía y nostalgia con “Rebel Punk”, un concierto que reunió a propuestas punk y pospunk a cargo de bandas emergentes de ambos lados del charco y una sorpresa en forma de mito.

A pesar de la juventud de la mayoría de los intérpretes, el sonido fue el del punk canónico. Ese que ha cumplido varias décadas y que hoy adopta diversos trajes. Pero el escogido para el sábado noche era el clásico: el de cresta y muñequera de pinchos.

Daba igual que sobre las tablas y bajo ellas, la abrumadora mayoría de los presentes estuviera en lo mejor de la veintena, y otros, con algunas canas, intentando pasar desapercibidas en la oscuridad.

Allí, en las profundidades de una sala con solera en la que la cobertura escasea -casi una metáfora adelantada de lo que estaba por venir al finalizar el fin de semana-, ajenos a la futbolera finalísima, se sucedían los pogos en una descarga con sabor añejo pero fresco.


Calentamos motores con bandas emergentes...

El honor de abrir la velada correspondió a los barceloneses Tetas Frías, que se están abriendo paso en la escena punk española gracias a su actitud irreverente y unas actuaciones explosivas.

Con Ari en la voz, Marta al bajo y David en la guitarra, la banda encarna ese punk crudo, directo e imperfecto de hace varias décadas, pasada por el tamiz del tiempo. Es la mirada de una generación joven que aprendió en la vieja escuela y lo muestra sin complejos.

Nada sorprendente para aquellos que se pasaron por la Wurlitzer en aquellos conciertos apadrinados por Carolina Durante, donde ya mostraron su habilidad para sorprender con versiones, más o menos improvisadas, de canciones de otros artistas, como la propia banda madrileña.

El de Clamores fue un repertorio corto por necesidad -“No tenemos más canciones”, afirmaron-, pero tan intenso como cabria esperar en una sala en la que no cabía un alfiler y la temperatura hacía pensar más en el verano que en la primavera.

Tras un rápido interludio, imprescindible para preparar el cambio de escena, algo que se repitió de forma modélica durante toda la noche, llego la segunda propuesta de la velada: Sistema de Entretenimiento.

La banda de Mollet del Vallès (Barcelona), cuenta con una trayectoria que supera el lustro de vida, materializada en un homónimo disco de larga de duración (2020) y varios EPs anteriores y posteriores. El último de ellos, Canciones Malditas, fue publicado el pasado año. Con algún ligero toque de new wave, su propuesta no se desmarca de las anteriores y lo que escuchamos, de nuevo, destila rabia, ironía y la seguridad de quien sabe lo que hace. Jugaron con la audiencia prolongando el final y tocando lo que ya no sabíamos si eran bises o no, pero tampoco nos importaba.

Aunque se despidieron anunciando a la vampírica banda principal, el cartel anunciaba una sorpresa y esta se hizo carne en forma de leyenda del punk y la Movida Madrileña de finales de los 70 y principios de los 80.










Una veterana sorpresa con mucha pegada

Ana Curra, cuyo nombre real es Ana Isabel Fernández, formó parte de grupos tan reconocidos como Alaska y los Pegamoides, Parálisis Permanente y Los Seres Vacíos. Su estilo irreverente e inconfundible, que funde el punk y la iconografía gótica, la convirtió en un referente y entronca con propuestas actuales como la banda principal del cartel, Buenos Vampiros, con quienes ha colaborado en su último disco.

Por eso, quizá no fue tanta la sorpresa y algunos sospechamos que el nombre no revelado del cartel podría ser el suyo. Hace ya tres años que lanzó su último single, “Aphrodita La Monarca”, pero los mentideros hablan de un próximo lanzamiento.

Lo confirmó durante la interpretación de un repertorio tan breve como contundente que condensó toda su energía y experiencia sobre las tablas en 3 canciones que dejaron a más de uno con la boca abierta. Anunció un próximo concierto en la madrileña sala El Sol el día 22 de mayo en el que interpretará “el setlist completo”.

Tras su despedida, por fin, asomaron los colmillos provenientes de Mar de Plata (Argentina), pertenecientes a Ignacio Perrotta e Irina Tuma en guitarras y voces, Mora Murguet en la batería y Luana Giobellina en bajo y coros.

Tienen 3 discos a sus espaldas, el último de ellos, Entre Sombras (Spinda Records), publicado el pasado mes de marzo. Su oscuro estilo fusiona pospunk y dream pop con algunas incursiones en la new wave. Nostalgia y melancolía se dan la mano en una propuesta muy marcada por las omnipresentes guitarras.










Y se hizo la oscuridad

Estos Buenos Vampiros que asomaron por Clamores, sin embargo, tenían otros planes distintos a apelar a nuestra fibra emocional, y más cercanos a los de sus acompañantes de cartel y, en algún caso, de escena tras la correspondiente invitación. Camaradería en una gira compartida.

Arrancaron despojados de cualquier atisbo de añoranza y plenos de energía en un repertorio corto y copado, en su mayor parte, por su flamante entrega, sonando temas cantados por muchos de los presentes, entre ellos, numerosos compatriotas del grupo: “Tengo frío”, “La calma del cementerio” o “Puedo ver el mar den tus ojos” en una versión más acelerada y, si cabe, más eléctrica.

Las rodearon en cualquier caso de temas su segundo disco (DESTRUYA!, 2022), aquel que los puso en el radar de quien escribe estas líneas. En canciones como “Tanques de guerra” o “Todo el mal” exhibieron su pegada. También recurrieron a su obra inicial (Paranormal, 2019) con temas del calibre de “32” y el escogido para un cierre evocador y algo desconcertante titulado “14 de febrero” con el que estos vampiros y vampiresas de la Argentina nos hipnotizaron mientras cantaban unos versos que rezaban “no necesito un 14 de febrero para decirte que te quiero”.

Acaso una forma de embelesarnos y convencernos para acudir a la cita del 22 de mayo en la Sol porque ellos -anunciaron- también pisarán esas tablas junto a la reina. Más de uno enfiló la salida de Clamores confirmando presencia e ignorando una nueva marca en el cuello.

Esta segunda edición de “Rebel Punk” en Clamores demostró que el espíritu punk, con o sin prefijo, sigue vigente y, quizá, en los tiempos que corren, sea tan necesario como entonces. Por eso el rock, como los vampiros, sigue vivo, por mucho que lo entierren.



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