Cuando Europa me hace sentir avergonzado

El estío ha entrado (por fin) de lleno y, en esta época que suele ser calma y alegre, con muchas horas de luz, jornada intensiva (si, como en este caso, se cumple) y planes de vacaciones, suelo estar de buen humor y destilar optimismo. Sin embargo, tengo un cabreo monumental y un dolor agudo en el corazón por todas las noticias que he leído últimamente. La tragedia de ayer ha sido el colmo y me hace volver a pensar en como, viendo la desesperación con la que vienen, lo único en que podemos pensar es en cómo devolverlos.
Me refiero, por supuesto, a la tristemente célebre "Directiva de la vergüenza" que establece, entre otras cosas, las siguientes:
  • Los sin papeles podrán ser internados seis meses antes de su expulsión. El periodo puede extenderse otros 12 meses si el inmigrante no coopera en su identificación.
  • Los expulsados no podrán volver a la UE en cinco años.
  • Los menores no acompañados podrán ser entregados a tutores que no sean familiares directos.
  • Se concede ayuda gratuita para apelar contra las decisiones de expulsión.
  • La norma no afecta a Irlanda y Reino Unido. Dinamarca lo decidirá dentro de seis meses

Unido al auge de la inmigración, se ha producido un intenso debate en torno a los efectos del fenómeno que alcanzaron su punto álgido al convertirse en uno de los temas estrella dentro de la campaña electoral. El PP demostró su sensibilidad hacia el tema al proponer el bárbaro "contrato de integración" que el PSOE repudió de forma vehemente enarbolando la bandera de la regularización. Por ello, no termino de entender por qué en Europa ha podido votar a favor de esa aberración que supone la nueva norma. Tendrán que explicarnos mucho y muy bien para convencernos de que volvamos a confiar en ellos... en las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Porque no alcanzo a comprenderlo. Porque la excusa de la falta de regulación previa no me parece suficiente. Porque aceptar esas condiciones como un mal menor no es de recibo. Porque plegarse de esa forma a los intereses de Sarkozy, Berlusconi y compañía puede hacernos mucho daño. La Europa que planean, trabajando 65 horas a la semana y dando la espalda al que lo necesita me parece muy peligrosa.

No quiero ponerme pesado y recordar los enormes beneficios que genera la inmigración. Pero sí me gustaría apelar a la memoria histórica de un país que en su día recurrió a ella.

No dudo de la necesidad de seguir construyendo Europa y de los beneficios que nuestro país ha obtenido gracias a la UE. Pero tenemos que pensar bien el modelo que queremos y, por supuesto, impedir que se convierta en una excusa para atentar contra los derechos más fundamentales obtenidos con la sangre, sudor y lágrimas de muchas generaciones. La Europa actual encierra muchas trampas y conviene que empecemos ya a eliminarlas. Hay que protestar. Desde la desregulación de los mercados de capital, que tanto daño hace a las economías y las democracias (recomiendo un paseo por el magnífico blog de mi querido progenitor, "La Europa Opaca de las Finanzas") hasta los cambios en la normativa tan lesivos para nosotros como ciudadanos como para aquellos que quieren llegar a serlo para poder aspirar a tener un futuro al que deberían tener derecho, hay una zona oscura en la Unión Europea que desconocemos y a la que hay que temer. Berlusconi y Sarkozy son muy peligrosos pero hay mucho más aún detrás de ellos. Tenemos que revelarnos.

Hoy no pongo fotos ni nada que adorne este post. Estoy muy cabreado.

Comentarios

Gonzalo Visedo ha dicho que…
Pues estoy de acuerdo con usted, de todas formas yo nunca ha sido muy pro-europeo, la verdad.
Anónimo ha dicho que…
Yo soy pro-europea, pero ahora mismo manda mucho la derecha.Y como no meditemos bien el voto a las europeas puede mandar más aún.No me ha gustado nada esa decisión y estoy con los que votaron en contra.También espero que no se aplicará en España.Creo que no.Al menos mientras no mande Rajoy o quien le sustituya.Pero con el Berlusco y el cantamañnas francés...¡Menuda!
Anónimo ha dicho que…
Hola Yago, sabes que suscribo todas y cada una de tus palabras. Creo en la europa que supo construir el estado del bienestar -al qué por cierto, aportan recursos nuestros nuevos vecinos recién llegados- como mecanismo de redistribución de la riqueza y de cohesión social, en última instancia. Creo en la europa de los pueblos, que se sabe diversa, y así lo practica, también para con la variedad que enriquece nuestra vecindad. Creo en la europa ecologista y que trata de poner freno a la depredación de los recursos del planeta -con todas las tensiones políticas y sociales derivadas-, respestuosa con el medio ambiente, y que se esfuerza en que nuestros hijos puedan seguir disfrutando del planeta azu y biodiverso.
NO creo en la Europa -como comentas- que saca adelante directivas como la de la Vergüenza, olvidándose, entre otras cosas, de su pasado inmigrante (de hecho, el hombre desde que piso la tierra, no ha hecho que buscar los mejores vientos... - Tampoco y mucho menos, en aquella Europa que prioriza la libre circulación de bienes y de capital, antes que la de los seres humanos... Comparto tu ENFADO, Yago. No quiero ser ese europeo. Hagamos que se escuche nuestra voz.
Por cierto, buen viaje al imperio del sol naciente. Esperemos que por acá acabe imperando la razón y la justicia social. Abraz@s ( jordi )

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