¡PODEMOS!

Corría el año 82, ese en el que "oficialmente", según mi familia, me aficioné al fútbol. En mi casa, aguantaron el coñazo que daba el niño de 9 años con partidos y más partidos en el televisor porque, por lo visto, había hecho una promesa "después del Mundial se me pasa". Naturalmente, pasado ese verano me apunté en mi primer equipo de fútbol, cosa que he seguido haciendo durante más de dós décadas. Ahora que mis rodillas me tienen fuera de juego, no pienso en otra cosa que no sea en correr detrás del balón y chutar a portería. No hay emoción parecida a la de conseguir un gol. En estos 26 años he seguido fielmente a mis dos equipos, la Real y la Selección. La primera es la que me ha dado más alegrías y también mis mayores disgustos futboleros como aficionado, a la cabeza el descenso a Segunda División el año pasado y el amargo final de esta temporada con el fallido ascenso (consecuencia de la mayor indolencia que jamás vi sobre un terreno de juego, pero no nos desvi...