Últimos días en Japón

Nos quedaban tres días para dejar las tierras japonesas y en la mañana del 26 de Agosto abandonamos la cálida ciudad de Shirahama y tomamos el tren que nos llevaría a Yokohama vía Osaka.

Yokohama, que en origen era un humilde pueblo pesquero, es ahora la segunda ciudad de Japón, con más de tres millones y medio de habitantes y está tan cerca de Tokio (10 minutos en tren) que sus calles y edificios se mezclan con los de la capital haciendo imposible distinguirlas desde el cielo.

Es una ciudad a la que los habitantes de Tokio acuden para pasar una tarde, dar un paseo, comer algo y tomar una copa quizá. Y eso es precisamente lo que recomiendo haga cualquier turista que tenga tiempo para ello. Nosotros los hicimos bajo un manto de agua que sólo nos dejó intuir aquello que tanto resplandece en las fotos: el distrito financiero de Minato Mirai, con sus futuristas rascacielos de entre los que sobresale la Ladmark Tower cuyo techo apenas pudimos ver en los escasos instantes en el que manto de nubes que la cubría tuvo a bien liberarlo.

No obstante, lo más destacado de la ciudad quizá sea el extenso barrio chino, muerto por la noche (cuando nosotros lo recorrimos) y normalmente animado cuando las luces del día lo iluminan. Las suntuosas puertas de entrada son preciosas y uno puede toparse ahí dentro con algún que otro maravilloso templo escondido.

Irónicamente, partimos al día siguiente de una Yokohama totalmente resplandeciente al albor de unos rayos de sol que ese día sí caían sobre la ciudad con toda su fuerza. No habíamos dejado lo mejor para el postre pero sí nos aseguramos de dejar un punto importante para visitar antes de apurar nuestro viaje con un último paso por Tokio en el que ver aquello que aún faltaba, hacer algunas compras y despedirnos de alguna gente conocida durante el periplo. Así pues, llegamos a Kamakura, otra de las excursiones de un día que la gente realiza durante la estancia en Tokio.

A estas alturas, tras visitar cientos de templos y santuarios, tras haber recorrido la parte más importante del país, piensas que nada te va a sorprender y que quizá otra pequeña ciudad histórica sea ya demasiado pero no lo es. La ciudad cuenta con un conjunto de templos similar al de Nikko y algunos más desperdigados, pero en un estilo completamente diferente. Un placer recorrerlos y sumergirse en el Japón histórico y admirar, entre otras cosas, el Daibutsu (representación de Buda) de bronce exterior más grande del mundo. En realidad, estaba dentro de un templo que un tsunami se llevó por delante dejando la escultura a la intemperie, permaneciendo así durante los últimos 6 siglos. Fue, sin duda, una digna despedida del Japón más antiguo antes de bucear entre los rascacielos de Tokio por última vez.

De nuestro último día y medio en Tokio, tan movido y dinámico como los previos, la visita más destacada fue la de Odaiba, a la que se llega en una línea de metro especial, suburbana y sin conductor. Ahí se puede disfrutar de la luz del ocaso sobre la Bahía de Tokio, ir a una playa artificial, perder horas y horas en alguno de sus espectaculares centros comerciales y, si uno quiere regresar del futuro y perderse en el espacio, puede ver una réplica de la estatua de la liberar con el rainbow bridge de fondo, que recuerda al puente de Brooklyn, y disfrutar así de una panorámica fantástica e imposible.

Mañana haremos unas compras, cenaremos con los primos Alberto y Nacho, a los que aún quedan un par de días de viaje y nos despediremos de Xavi “iron man” y Sonia, que también están en la ciudad. Sólo queda tomar el avión y disfrutar del ocio que ofrece, con sus pelis y sus juegos, y pasar unas horas sobrevolando Asia y Europa antes de volver a España y dejarnos invadir por la nostalgia. No está mal.


Yokohama/Kamakura/Tokio: 26 Agosto: Yokohama27 (Mañana): Kamakura
27 (Tarde) y 28: Tokio
29: Regreso en el avión




Comentarios

Stan Mochales ha dicho que…
Estás hecho un Óscar Blanco. Buena guía.
Yago ha dicho que…
Ya quisiera yo... pero gracias!

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