Cuando la Publicidad es Inútil

Parece que el Ayuntamiento de Madrid no tiene mejores cosas en que gastarse el dinero que en una campaña para intentar acabar con la prostitución. Es sin duda, una prueba de fe ciega en la capacidad de influir de la publicidad que acabaría así con una práctica milenaria. Nada menos.

A la cabeza del proyecto, la concejalía de Asuntos Sociales, es decir, la inefable Ana Botella, célebre por la oquedad del interior de su cabeza, por tener y demostrar la sensibilidad social del caracol cebollero (con mis disculpas para estos animales) y por su tendencia a las metáforas frutales para explicar sus ideas más retrógradas.

Ciertamente no termino de entender por qué no siguen el ejemplo de otros países más avanzados y civilizados y se legaliza de una vez una actividad que en si no es dañina. Lo dañino son las redes mafiosas que se tejen al albor de la ausencia de una ley que lo regule. Es lo mismo que pasa con las drogas y, hasta cierto punto, con el aborto. Es un grave error creer que el origen de los males está en la demanda del producto. Es una simpleza que no resiste el menor análisis serio y organizar una campaña publicitaria comunicando que las circunstancias de la puta de turno están provocadas por gente como tú, resulta casi cómico, o debería decir tragicómico.

Lo que hay que hacer es regular la actividad de forma que aquellas personas que se vean obligadas a ejercer, lo puedan hacer con unas condiciones dignas. Subrayo, por cierto, que he empleado la palabra “personas”, sin distinción de sexo, de forma intencionada porque la campaña está dirigida exclusivamente a acabar con la prostitución femenina, que es a lo único que hace referencia el tríptico descargable en la web del Ayuntamiento de Madrid, y a lo único que ha hecho referencia el prodigioso verbo de la inútil concejala:

“Igual que se abolió la esclavitud tampoco puede seguir tolerándose la prostitución, una práctica lesiva para la dignidad y los derechos humanos. La prostitución es esclavitud, es violencia contra la mujer, es convertirla en mercancía”.

Tirar de esta forma el dinero de los contribuyentes es muy triste porque a cualquiera de nosotros se le ocurrirían no sólo cosas mejores que hacer con ese dinero, sino cosas más útiles.

Y si buscan un descenso de la demanda de prostitución, que la ejerza la Botella en persona. No creo que haya mucha gente dispuesta a acostarse con ella, y menos aún pagando.