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Mostrando entradas de enero, 2008

NO A LOS 400€

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Estimado Sr. Presidente, Vaya por delante que le voté en las pasadas elecciones generales, de lo que no me arrepiento, pues valoro más los aciertos y los avances sociales que se han producido a lo largo de ella, que los errores cometidos, que han sido unos cuantos. Una de las cosas que más me enervan en esta vida es la habitual queja de mis conciudadanos sobre el sistema fiscal, protesta que se produce en dos direcciones: Sensación habitual de que la cantidad cobrada por el Fisco es excesiva Consideración de que nuestro dinero se pierde y/o infrautiliza. Dicho en otras palabras, estoy harto de aguantar las quejas de la gente, por un lado protestando porque pagamos demasiados impuestos, por otro protestando por la falta de ayudas, por la deficiencia en infraestructuras y, en general, por un sinfín de cosas que el Estado debería realizar con el dinero que le damos. Frecuentemente se cita a los países nórdicos como ejemplo y paradigma del estado del bienestar, olvidando o ninguneando el h

Bochorno Político

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Nuevamente, la clase política española hace alarde de una sinvergonzonería, desfachatez e ínfima catadura moral que da un motivo más a aquellos que, por una razón u otra, deciden no ejercer su derecho a voto. El bochornoso espectáculo mediático que ha supuesto la elaboración de las listas del PP de cara a las próximas elecciones debería hacernos reflexionar a todos y enviar a los partidos el mensaje claro e inequívoco de que con nuestro voto no se juega. Sabido es por todos que la cultura democrática del cuasi partido único de la derecha de nuestro país brilla por su ausencia. Estamos todos habituados a su altanería y soberbia, al insulto permanente a nuestra inteligencia y al desprecio descarado que muestran hacia todas las ideas y posturas divergentes de las suyas. Los que no somos votantes ni simpatizantes suyos no esperamos gran cosa de ellos y por ello no nos sorprende que, en el fragor de sus públicas (por mucho que intenten soterrarlas a toda costa) disputas internas, los probl

Angustia

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No podía aguantar más; tenía que soltarlo. No quería perjudicar a nadie pero llevaba mucho tiempo aguantando y el peso era excesivo. Avanzaba por la acera, cruzando de vez en cuando la mirada con algunos de los numerosos e inocentes viandantes que transitaban felices y ajenos al peligro potencial que suponía el estado en que me encontraba. Nunca he sido fuerte ni especialmente valiente pero hasta ese momento podía presumir de haber estado a la altura de todo lo que se me había exigido. Sin embargo, en esta ocasión, me sentía superado. El estómago se encogía más y más a medida que pasaba el tiempo y la angustia me invadía por completo. Tan sólo quería llegar a casa, a un lugar donde sentirme seguro. Allí todo sería más fácil. Probablemente era todo culpa mía. Debí enfrentarme a ello un ahora antes, cuando estaba a tiempo en medio de aquella tensa reunión. Pero no tuve valor, como en tantas otras ocasiones. Mi conciencia siempre actúa de freno. Y ahora lo estaba pagando caro. El sudor fr

Un café con leche y un croissant

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“Believe it or not, it’s just me” rezaba el final de la letra escrita por Mike Post y Stephen Geyer para el tema central de una entrañable serie de televisión de los 80: El Gran Héroe Americano. El protagonista describe las emociones que le producen sus especiales habilidades, sin terminar de creerse que es capaz de hacer lo que hace. Lo curioso del asunto es que no se trataba de falsa modestia: en realidad los superpoderes no eran suyos sino que provenían de un traje de modo que, al quitárselo, volvía a ser el de siempre y, de hecho, no especialmente habilidoso. Y es que lo que me resulta más atractivo del mundo de los superhéroes son aquellas situaciones de su vida cotidiana en la que sus superpoderes no les sirven de nada y deben enfrentarse a los mismos problemas que el común de los mortales: Peter Parker, alter ego de Spiderman, sufriendo para llegar a fin de mes, viviendo en un pequeño zulo y sin contrato fijo en el periódico para el que trabaja. Por ello el superhéroe que más me

La noche en que conocí a Batman

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El día amenazaba tormenta pero no fue hasta la noche cuando el cielo comenzó a arrojar el líquido elemento con furia y saña sobre nuestras cabezas que, afortunadamente, estaban a cubierto en el teatro. Rugía con tal fuerza que el sonido de los truenos casi podía oírse desde el patio de butacas. Una vez terminada la función, de la que lo único que recuerdo es que fue breve, decidimos aguardar en el bar de enfrente a que terminara de llover aunque, en realidad, la salida del mismo se produjo bastante después de que esto sucediese. Mi despiste habitual y las cervezas ingeridas me animaron a tomar un atajo que atravesaba un callejón del centro nada recomendable para pasear por la noche. Pronto pude comprobar lo equivocado de mi decisión cuando una pareja de chorizos decidió acercarse para desearme buenas noches. No debí negarme a prestarles algo de dinero para coger un taxi de vuelta a su hotel pero no estaba precisamente en mi momento más lúcido y pronto pude comprobar el brillo de la hoj