Un café con leche y un croissant

“Believe it or not, it’s just me” rezaba el final de la letra escrita por Mike Post y Stephen Geyer para el tema central de una entrañable serie de televisión de los 80: El Gran Héroe Americano. El protagonista describe las emociones que le producen sus especiales habilidades, sin terminar de creerse que es capaz de hacer lo que hace. Lo curioso del asunto es que no se trataba de falsa modestia: en realidad los superpoderes no eran suyos sino que provenían de un traje de modo que, al quitárselo, volvía a ser el de siempre y, de hecho, no especialmente habilidoso. Y es que lo que me resulta más atractivo del mundo de los superhéroes son aquellas situaciones de su vida cotidiana en la que sus superpoderes no les sirven de nada y deben enfrentarse a los mismos problemas que el común de los mortales: Peter Parker, alter ego de Spiderman, sufriendo para llegar a fin de mes, viviendo en un pequeño zulo y sin contrato fijo en el periódico para el que trabaja.

Por ello el superhéroe que más me ha hecho disfrutar, con el que he pasado momentos verdaderamente mágicos e increíblemente divertidos, es uno español, un personaje insuperable, genuinamente ibérico, de nombre Juan y apellido común como ninguno, López. El genial Superlopez es fuerte y vuela pero, sobre todo, hace reír y sonreír y, lo más difícil, consigue que muchos de sus gags y situaciones se queden por siempre en la memoria de todos los que hemos tenido la suerte de leer sus aventuras. Y aún así, el cenit no lo encontramos en ninguno de sus enfrentamientos con alguno de los villanos que pueblan sus historietas sino en un momento memorable en el que el contable Juan López se dirige a la oficina en el metro y, completamente dormido, se acerca a la taquilla, se apoya y pide “un café con leche y un croissant”.


Publicado en PENDASCO, octubre de 2004





Comentarios

Kaximpo ha dicho que…
Memorable frase. ¡Cuántas veces me habré quedado con ganas de hacer eso en el Metro! Muy adecuado el paralelismo con "El Gran Héroe Americano".

(Pequeña puntualización sin ánimo de ser picajoso: se supone que López no es periodista sino contable lo cual hace que nos identifiquemos aún más con él y su necesidad de escapar de una vida gris porque, ¡mira que es aburrida la contabilidad!)

Gracias por la recuperación del texto. ;)
Yago ha dicho que…
Imperdonable fallo lo del contable que, por supuesto, he corregido. Me ha traicionado el subconsciente, sin duda.
Completamente de acuerdo con su opinión de la contabilidad.
Pablo Gonzalo ha dicho que…
La contabilidad me recuerda a Cañibano, un hombre que, solo ya de nombre, resulta aburrido.
Yago ha dicho que…
Cañibano, Cañibano, no seas tan marrano...
Tal coñazo era que no me importaba perder el tiempo con chorradas como esa..

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